La práctica del yoga comienza con la respiración. Si no hay presencia en la respiración no hay yoga.

La respiración es la función más básica y determinante del cuerpo, e influye en cada una de las células además de estar directamente relacionada con el funcionamiento del cerebro.

Según sea la calidad de nuestra respiración, así será la calidad de nuestra vida.

En yoga aprendemos a observar la respiración del cuerpo, y técnicas de respiración “pranayamas” que permiten sacar el máximo provecho a esta función vital, mejorando la captación de oxígeno y la eliminación del dióxido de carbono.

De esta manera aumentamos toda nuestra energía vital y capacidad pulmonar, y habitamos el cuerpo de manera consciente con nuestra presencia.

La respiración en yoga ha de ser consciente, lenta, rítmica y profunda.